domingo, 14 de junio de 2009

Me llamo Ctreal

Skizoo y yo hemos decidido dar un paso adelante en nuestras vidas. Por eso, aunque sin arrepentirnos ni renegar por nuestro pasado, hemos decidido crear nuestra propia lista del karma.

Para este verano, que esperemos podamos compartir en salud y armonía, nos hemos dictado unas normas a seguir que creemos nos traerán toda la paz interior que nos falta:

1.- No nos volveremos locas, maldeciremos, conspiraremos por robo, acusaremos a inocentes ni nos deprimiremos cada vez que se acabe el alcohol antes de tiempo, o una de sus composiciones respecto a la otra.

2.- Intentaremos integrar de mejor manera que la usada hasta ahora (o sea, ninguna) a cualquier persona que venga de fuera a nuestro círculo social.

3.- Intentaremos integrarnos de mejor manera que la usada hasta ahora (o sea, escupir-insultar-empujar) con la gente de otros pueblos que vayamos a visitar en sus fiestas.

Tenemos que conseguirlo, pequeña Randy.

miércoles, 3 de junio de 2009

Cuando el 2 acaba siendo un 7,8

"Muchas veces nos negamos a aceptar la realidad. Esto es un hecho y pasa sí o sí. A mí y a todos."

Claro que, aceptar los triunfos, no es tan difícil como aceptar los fracasos.

Si en su momento hablaba de lo difícil que puede resultar a veces asumir la realidad y lo mucho que solemos aferrarnos a hipótesis o conjeturas para evadirla, hoy os quiero hablar, como me toca, de las espinitas (que no espinillas) que nos sacamos.
El hecho de tener una espinita clavada implica, irrefutablemente, que algo no haya salido en nuestra vida justo como queríamos. La gente le llama espinitas a las traiciones, los desengaños, desilusiones o derrotas. Las hay de todos los colores, con razón o sin razón, pero todas, todas, pinchan.

Una espinita clavada puede ser un récord en las recreativas de tu barrio que nunca conseguiste batir.
Puede ser una persona a la que nunca consigues ganar al billar.
Puede ser el compañero de clase que nunca te hizo caso cuando todos los demás hacían cola por ti.
Puede ser el concierto que se ha repetido X veces en tu ciudad y que por unas cosas u otras nunca has podido ir.

Y yo que siempre pensaba que cuando conseguías sacártela saldría sangre. Pero no. Al contrario, es posible que puedas llegar a preguntarte por qué había sido tan frustrante para ti, ya que el premio no es tan dulce.
A lo mejor la gracia de las espinitas es tenerlas. Eso sí, cuidado, ya que sea placentero o no, con el tiempo hay que sacarlas. Corres el peligro de ir clavándole otras al resto de la gente.

Así que si os habéis levantado sin nada que hacer y tenéis ganas de probar una expericiencia, si más no, reconfortante, intentad sacaros una espinita. Y si la idea no os motiva, o no os apetece, siempre podéis quitaros las espinillas. No os hará mejorar en la vida, pero vuestro entorno -y contorno- seguro que lo agradece.