viernes, 25 de agosto de 2017

Una parte de mí

He perdido una parte de mí, una grande e influyente. Como si me arrancaran un brazo, o una pierna, o si me quitaran algún órgano. He perdido una parte de mi ser, de mi alma. De todas esas cosas espirutuales que nunca he sabido si existen, y ahora siento parte de mí.
He perdido la fe, el hambre, la ilusión. He luchado contra mí misma por perder hasta la tristeza.

He dejado una parte de mí en ese hueco, en esa cama, en aquel pasillo. Y me siento tan perdida que no puedo ni llorar, ni arrastrarme, ni sufrir. No puedo estar triste ni estar en paz. No puedo ni pensar ni levantarme ni caer.

No puedo ni echarte de menos. No puedo ni arrancarte ni avanzar.

No puedo entender.

sábado, 12 de agosto de 2017

Un suspiro desesperado

"He notado una brisa pasajera, que me ha dicho, que tal vez, si quisiera..."

Ayer estuve en un concierto, después de muchísimo tiempo de no ir a ninguno, y fue un concepto especial, diferente, del que tenía muchas ganas. Sentadas, notando la brisa pasajera y marinera de la que tanto alardean precisamente sus canciones, en paz, con sólo una sonrisa y un pie acompasando lo que toda la vida habían sido saltos y golpes de descontrol y éxtasis.

Lo que me gusta de la música del Robe, sea en el formato que sea y lo llames con el nombre que sea, es que te sigue acompañando y descubriendo en cada instinto primitivo de tu ser, con un abanico amplio de emociones y sensaciones, normalmente de las más incontrolables e innatas. Será eso que llaman el efecto de la música, pero que cada uno sólo podemos ver reflejado en algo o alguien en concreto.

No creo que sea sólo cuestión de gustos. Es indomable por la cabeza o la razón o el corazón. No voy a llevar banderas ni voy a profetizar al profeta allá donde quieran quitar valor a lo que es con lo que era. Me da bastante igual el mito, la sensibilidad con lo intocable, la supuesta pérdida de autenticidad. No es una cuestión de normas o tradiciones que cumplir. La música es esencia, sin más.

Con un violín y con vientos como si fuera aquello que nunca hubiera querido escuchar. Y allí echando de menos todo lo que nunca quise sentir, lo que nunca quise hacer. Y echando también de menos aquello que hace tiempo que no siento y no hago. Y así, "como si se me encendiera alguna luz", te viene la inspiración por la vida, por respirar, y por querer seguir disfrutando del mundo.

Como si nunca tuvieras suficiente de nada. Como si pudiera decir, "que un rojo atardecer, que aún está sin mirar, se mirara y feliz se pudiera marchar".