sábado, 20 de mayo de 2017

Y sentarme a ver el mar

Y pararlo todo, de repente, al mismo tiempo que empieza a hacer efecto la brisa del mar en tu piel. Y saber, que después, no queda nada a lo que sujetarse, ni que esperar.

Y pretender que el viento que ha soplado en tu cara no significa nada. Y fingir que el frío que recorre tu espalda es cosa de la temperatura. Y creer, que pasado un tiempo, podrás dejar de sentirte viva de nuevo para volver tranquilamente a hibernar.

Y soñar, con sentarte a ver el mar de nuevo y que no exista barrera de arena que no se pueda atravesar.

Y sonreír, como si en todo este tiempo no hubieras estado triste.