Y pretender que el viento que ha soplado en tu cara no significa nada. Y fingir que el frío que recorre tu espalda es cosa de la temperatura. Y creer, que pasado un tiempo, podrás dejar de sentirte viva de nuevo para volver tranquilamente a hibernar.
Y soñar, con sentarte a ver el mar de nuevo y que no exista barrera de arena que no se pueda atravesar.
Y sonreír, como si en todo este tiempo no hubieras estado triste.