martes, 29 de marzo de 2011

Un Martes cualquiera

¿Cómo puede ser que antes me podía tirar tres días para empezar a estudiar, entre prepararme, perrear y concienciarme, y ahora se me pasan las horas sin darme cuenta leyendo libros divulgativos?
¿Será, acaso, que sí hay algo por lo que valga la pena esforzarse y cosas con sentido en esto de la vida?

Da igual, sea lo que sea, mis planes de vida pasan por una presentación de thermo mix, una visita a conforama y empezar un curro. Además de cosas mucho más interesantes e importantes como conseguir vacaciones, jugar a fútbol y un gran 8 a la espalda.

Ahora soy más responsable. Incluso tengo un hijo/a. De momento es sólo una pequeña raíz pero necesita mis cuidados y mi atención. Aunque una de esas dos no la vaya a tener mucho.

Ahora casi no bebo, ni quiero. Odio los Sábados y los Domingos por la mañana cuando me los tengo que pasar en la cama. Empiezo a odiar el vino de tetrabrick, sea como sea que lo mezcles. Y la cerveza en excesiva abundancia. Mi cuerpo me ha avisado demasiadas veces y no es tan difícil pararte a escuchar.

Me doy cuenta que todo lo que experimento en mi cabeza, hace tiempo estaba en la cabeza de otras personas. Y yo que pensaba que simplemente éramos diferentes.

Y lo mejor de todo es que no me canso, ni me arrepiento de nada. ¿Será verdad que existen etapas?

Aunque hay cosas que no cambian. Vuelvo a hacer terapia con mis pulgares y a llevarlos vendados. Espero que esta vez sea la buena y consiga volcar mis pulsiones en algo menos dañino para mi cuerpo que no sea literalmente comerme a bocados.

Empecemos. Todavía somos jóvenes para sentirnos tan viejos. Todavía podemos hacer tonterías, como escribir en un blog o cantar a pleno pulmón Mr. Brightside o Wild World, con las ventanas abiertas.

miércoles, 23 de marzo de 2011

La señal

Le están cambiando el suelo a mi vecina de arriba. Eso implica golpes y golpes, martillazos, taladradoras y más golpes y golpes durante todo el día. Desde las 8 de la mañana hasta... creo que no descansan. Tengos los golpes metidos en la cabeza y los escucho las 24 horas. Es el momento perfecto para salir de casa y estar todo el día fuera.

lunes, 21 de marzo de 2011

O los promontorios

Al fin y al cabo, todo lo que queda de nosotros, es la imagen que damos al resto. Las historias que contamos, el carácter con el que nos levantamos. Las sonrisas que provocamos y el tiempo que dedicamos a cada persona.

Porque ninguno de nosotros, ni tú, ni yo, ni nadie, tiene ningún valor sin otra persona que le escuche.

Sólo existimos cuando hay alguien al otro lado sintonizándonos. Si no, somos ondas que vagamos sin destino ni sentido.

Cuídate; para que los de tu alrededor te disfruten.
Culturizate; para que los de tu alrededor te disfruten.
Sé positivo; para que los de tu alrededor te disfruten.
Sonríe; para que los de tu alrededor te disfruten.

Porque sin alguien cerca, no somos nadie.

"Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia;
la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti."

John Donne.

viernes, 4 de marzo de 2011

El mundo donde vivo

Hoy voy a contar una anécdota que me ha pasado esta mañana cuando vagaba por el mundo en uno de los quehaceres comunes a los que nos enfrentamos de tanto en tanto las personas: una visita a correos. Pero no, nada de problemas con el servicio ni nada así. Problemas con la gente que como yo, hacía la larga cola hasta ser atendido. Vamos, que era en correos pero podía haber sido en una panadería.

Todo iba bien en la eterna espera hasta que ha entrado un hombre de mediana edad, bien vestido, que sin hablar se ha colocado último en una cola imaginaria frente a la ventanilla. Digo imaginaria porque no era la cola real, había gente sentada y desperdiciada por la sala que aguardaba su turno de igual manera sin necesidad de estar ahí de pie. Total, que con la llegada de este hombre se ha establecido el caos. Algunas de las personas que esperaban sentadas (la mayoría, del tipo 'señoras que...') empezaban a ponerse nerviosas, aunque sin llegar a quejarse.

Bueno, va, que luego me dicen que me enrollo y no hay quien se lea un post entero sin que le entre sueño. El problema ha estallado cuando ha entrado la siguiente persona en la sala, y ha preguntado el clásico de: "¿El último?". Ahí, las 'señorasque' han comenzado su lucha: "Ah, yo no, es que aquí llegan y no piden turno ni nada... ala, que más da, si es que..." mirando al hombre en cuestión, con cara de asco y desaprobación. Ah sí, detalle importante para quizá entender su frustración: el hombre parecía marroquí. O esa es la sensación que me daba a mí, por su color característico de piel y su incapacidad de pronunciar una palabra en castellano.

Las señoras continuaron un rato su retaíla sobre el morro del chico por querer colarse (dando por hecho que era su intención, claro), por no tener valores de ningún tipo y la poca vergüenza que desprendía. El hombre, por suerte, no entendía nada y sonreía, lo cual molestaba aún más a las salvadoras de la educación. Al final, un chico de, casualmente, piel negra, ha sido el único que se ha levantado de su asiento y ha calmado la situación indicando el orden en el que había llegado cada uno. Cuando todo parecía aclarado y calmado, la 'señoraque' por excelencia volvió a entrar en furia con un: "sí sí, pero míralo, ahí sigue parado el primero, cuando ha llegado el último, verás como al final tendremos problemas". A lo que el hombre seguía sonriendo y diciendo: "I don't speak..."

Y ahora viene la parte de la historia sin mucha importancia, en la que he salido de la cola (yo estaba delante del todo porque ya me tocaba), me he acercado al hombre y le he explicado como buenamente he podido, con mi inglés made in 3º de la ESO, que iba detrás de X persona y que aquí acostumbramos a preguntar el turno al entrar para evitar que nadie se cuele. Él, agradecido, me ha dicho: "Thanks, I didn't understand what was happening and why they were angry...". O algo así he creído entender. Hablaba con una fluidez y rapidez que me costaba casi seguirle.

Mientras esto ocurría, he escuchado de fondo: "no, si no hace falta que le expliques, si luego hacen lo que les da la gana, se creen que todo es suyo, bla bla bla a su puta casa, bla bla bla a su país". Pero no he querido entrar al tema. Me parecía más útil seguir hablando con el hombre que me preguntaba si era ahí donde podía enviar un paquete, que decía no enteder ni una palabra de los carteles en español.

En fin, así es el lugar donde vivo, aunque no siempre pasan cosas de estas y así. A veces el chico de pinta sospechosa sí quiere realmente colarse, y otras veces el abucheo público y nadie que medie por sus intereses hacen que se vayan del lugar en el que están sin poder solucionar aquello por lo que habían ido.
Esta es sólo una historia que me ha pasado hoy. Lo más curioso quizás ha sido lo que he notado al salir en mi propia piel: la mitad de la gente me sonreía y la otra mitad me ponían la cara que minutos antes le habían puesto al extranjero, entre asco y desaprobación.

martes, 1 de marzo de 2011

Is that alright...?



Damien Rice - 9 crimes

...Yeah