jueves, 28 de abril de 2011

Tapones en los oídos

Para hablar y pensar libremente deberían dar licencias. Estoy cansada de escuchar gilipolleces, sea de merengues y de culés.

Me gusta el fútbol, como deporte, en su estado puro. Me gusta ser fanática cuando estoy en casa y veo los partidos sola o acompañada de los míos. Grito y escupo barbaridades hacia los contrarios cual hooligan inglés. Pero después me gusta ver repeticiones y repeticiones, análisis y situaciones. Me gusta valorar lo que se hace bien, los buenos jugadores y los buenos planteamientos. Pero sin contaminación, sin manipulación, sin comentarios partidistas.

Porque el fútbol en sociedad no deja de ser política llevada al extremo, sin contemplaciones ni respetos. Puedes soltar la barbaridad que te dé la gana presa de tu fanatismo y tu ceguera para sentirte mejor, que nadie tendrá por qué quitarte la razón. Porque aunque no haya polémica o no debiera, se inventa.

Me cansa siempre una y otra vez la misma canción. Nos olvidamos lo básico y lo sencillo: el fútbol es un deporte, incluso por encima del espectáculo. No me gusta la falta de fairplay. Sólo alimenta esa parte mediática de las competiciones pero mengua el valor del esfuerzo y la competitividad. No me gusta que Sergio Busquets se vaya al suelo y se retuerza de dolor cada vez que le tocan la cara para forzar tarjetas. Tampoco me gusta que Di Maria se tire a la piscina cada vez que tiene el balón para forzar faltas peligrosas cerca del área, como hizo ayer en 3 de las 4 faltas que le pitaron a favor. No me gustan las pataditas por detrás, ni los pisotones a destiempo, ni empujones sin balón de Arbeloa ni Marcelo. No me gustan los puñetazos antideportivos de Pinto camino a los vestuarios. Todo esto ensucia el deporte. Pero peor es que se haga demagogia con todo esto.

La hipocresía de los medios. Y de lo que no son medios. El show de Mourinho me venía haciendo gracia toda la temporada, pero creo que ayer se pasó tres pueblos. Ya no tiene argumentos ni sabe qué decir. Yo con 13 años tampoco soportaba que el barça perdiera y usaba los mismos cuentos que él ayer. Luego aprendí a perder. No sé que pensarán en su equipo sobre que en rueda de prensa sólo hable de él, y sus experiencias en años anteriores, que si Inter, que si Oporto, que si Chelsea. Apenas le escuché nombrar al Real Madrid. Alguien debería decirle que todo esto del fútbol no está montado solamente por él.

Las interpretaciones, los errores arbitrales y los aciertos forman parte del juego. Absolutamente a todos los equipos perjudican y favorecen alguna vez. Inculso las entradas fuertes, como ayer la de Pepe, forman parte de este mundo. Es un deporte físico, y aunque la dureza deba ser castigada, no se puede criminalizar a un jugador por disputar un balón. Cosas que pasan, y punto. Muchos culés deberían callar ahora que están a tiempo porque mañana puede ser Alves o Puyol, el que disputando el balón, se le vayan los tacos más arriba de la cuenta. Y merengues callar, porque entonces también pedirán roja. No existe arbitrariedad cuando está teñida de imparcialidad.

Pero no quiero hablar de polémicas. Me dan igual. Hoy es un día para ponerse tapones en los oídos y no escuchar tonterías. Porque cada uno habla e impone su verdad, en el único ámbito en el que no está socialmente mal visto: el fútbol. El que no está de acuerdo contigo es porque no tiene ni idea. Pues creo que las cosas no son así.

Opinar es gratis y todo el mundo tiene derecho a hacerlo. Pero pierde valor cuando se pierde la objetividad. Y creo que el fútbol es un deporte demasiado bonito como para que pase eso. ¿Cuándo estará mal visto manipular interpretaciones en el deporte? ¿Cuándo empezará a verse como demagogia discursos como el de ayer del entrenador del Madrid? ¿Cuándo volverá el fútbol a ser simplemente un deporte, y no una cuestión de estado mayor?

"No hay tontería mayor y más común que amargarse por las tonterías del mundo"M. E. Montaigne; pensador francés.

PD: Ya dije que a mí lo que más miedo me daba era la final de la copa del rey. Tengo la sensación de que esta película ya la he visto.

martes, 26 de abril de 2011

Sobre sUciedad españUla

Tampoco es tan malo ser cani. Lo malo supongo que es estar orgulloso de ello y no hacer nada por evitarlo.

No saber escribir bien tampoco es tan malo, si consigues lo importante que es comunicarte. Escribir intercalando mayúsculas o con faltas por 'acortar' palabras es de vagos. Ser vagos es de canis. Todos somos un poco vagos. Todos somos un poco canis por muy bien que escribamos, si a la mínima que nos tocan los cojones saltamos como fieras sin razonar.

Lo bueno de mezclarte en todo tipo de antros es que ves más allá de tus narices. Ni todo el mundo es tan divertido ni tan alegre. Los que más suelen reír delante de la gente son los que más lloran en casa. Y, aunque, -no- al revés.

Pim-pam-pum tiene un problema además de ser tonto.
Pero es que yo también tendré muchos.

Y hay gente listísima, más lista que el hambre y todos los zorros viejos, tanto tanto, que no pueden ver su estupidez.

Y de mientras, el resto, con la única obsesión de demostrar a los demás que no son como aquellos que no quieren ser. Y demostrar que se esfuerzan y se sacrifican. Y cuando no, se empeñan en querer demostrar que el resto del mundo son los poco sacrificados.

Y es que, al fin y al cabo, parece que no podemos sentirnos bien si no es evidenciando ser mejor que otros. Sean canis, sean vagos, sean estúpidos, sean feos.

Y digo yo, ¿quién tiene que demostrarle algo a alguien, si no es a uno mismo?

sábado, 16 de abril de 2011

Y a mí el que más miedo me da es el de la copa del rey

Será que siempre he sido un poco republicana.

jueves, 14 de abril de 2011

Mi trabajo diario

He empezado a trabajar esta semana.

He empezado a trabajar esta semana.

He empezado a trabajar esta semana.

Me lo paso muy bien en el curro, aunque me estreso un poco cada día pensando actividades nuevas, pero sé que será cuestión de tiempo encontrarme más cómoda.

Tengo que hacerme a un montón de pacientes nuevos, que son muy agradables y divertidos, menos cuando me llaman fulana.

Me gusta mucho que cada día se ilusionen tanto con las cosas que hacemos. Pronto me gustará más porque tendré que dejar de pensar cosas nuevas y podré repetir siempre lo mismo, causando la misma ilusión.

Me alegra no tener hijos porque así nunca me tengo que preocupar de que puedan haber muerto.

Me gusta mi trabajo.

Me gusta mi trabajo.

Me gusta mi trabajo.

viernes, 1 de abril de 2011

He hecho un montón de cosas que irritan a la gente y me ha cabreado lo menos pensado

Esta mañana cuando me he despertado y he pensado en todo lo que tenía que hacer sólo me venía una expresión a mi cabeza: ¡Socorro! Y más que nada porque escuchando experiencias ajenas pensaba que tenía por delante una mañana molesta e irritativa, de por sí.

Lo primero que he hecho ha sido apuntarme en la mayor lista de espera de este país. No, no es la cola para el cásting de Gran Hermano (aunque podría ser), sino al INEM. Después de tantos años escuchando historias sobre las interminables colas que allí se forman, la estupidez e inaptitud de la gente que allí trabaja y demás, me esperaba lo peor. Sorpresa mía cuando nada más llegar me dan número, y nada más sentarme y quitarme la chaqueta en la sala de espera, ya me asignan mesa. El trámite ha durado 10 minutos, y he salido feliz como un regaliz a mi siguiente destino.

La administración pública. Otro clásico en volver loca a la gente. He tenido que pasarme por la tesorería de la seguridad social de mi ciudad para hacer unos trámites. Al llegar, la cola era más extensa y he tenido que esperar un poco más. Y mientras estaba allí sentada, no veía más que gente salir quejándose y despotricando sobre lo poco o mal que les habían resuelto sus problemas. He suspirado hacia dentro y he pensado: "Buff! la que me espera". De nuevo sorpresa la mía cuando me ha tocado el trabajador más simpático de la empresa y ha solucionado mi petición en menos de 5 minutos.

Al salir tenía tanto tiempo libre que hasta me ha dado tiempo de tomarme un café en un bar, y me han puesto dos sobres de azúcar sin necesidad de pedirlos. He ido a hacer fotocopias y no me las han hecho manchadas ni nada así. He ido a la parada del bús para volver a casa, y justo cuando llegaba a la marquesina, aparecía el mío. Todo era feliz y perfecto en la que se suponía peor mañana de todos los tiempos. El Sol radiante iluminaba mi cara y la gente cantaba y bailaba por las calles. No había salido nada mal, al contrario, todo mejor: imposible.

Hasta que he entrado en mi portal. Subía alegre y danzarina las escaleras cuando me he cruzado con la hija de la vecina de arriba, que siempre le trae la nieta a la pobre mujer para que se la cuide, y de paso, baile zapateados sobre mi techo. Al saludar con el clásico ¡Hola! cuando te cruzas con un vecino, me ha mirado y ha girado la cara.

En mi casa odiamos a esa mujer. Lleva viniendo toda la vida y nunca, nunca, nunca jamás de los jamases, saluda cuando te la cruzas en la escalera. En serio, ¿cuál es el problema de la gente así? ¿Por qué? ¿Tanto cuesta ser educado? Si es alguien que no conoces (tampoco, pero bueno), pero sabe de sobras quien somos. ¿Cómo puede una persona quedarse mirando a otra que le acaba de hablar, y girar sin más la cara y seguir a lo suyo? Es que ni siquiera finge que no me ha oído. ¡Me mira y me ignora! Me da mucha rabia ese tipo de cosas. Por suerte, no es nada personal con nosotras, al parecer se lo hace a todo el mundo y el odio se extiende de puerta en puerta.

Pero como idiotas, cada vez que nos la cruzamos, la seguimos saludando. Aunque sepamos lo que va a pasar y nos cabree, y no merezca nuestras palabras. Aunque sea una persona capaz de producir más rabia que el paro y el estado juntos, que ya tiene mérito.