Aparentemente la selección alemana de fútbol tiene un portero reconocido como gay. Digo aparentemente, porque la información varía mucho según el periódico que te la cuenta. En unos sitios sólo ha hecho unas declaraciones en las que anima a posibles futbolistas gays a salir del armario para sentirse liberados, y en otros con esas mismas palabras reconoce abiertamente sentirse liberado al declarar su homosexualidad. Y a mí que oye, como que me da lo mismo, lo sea o no.
En caso de ser verdad se encumbraría en lo más alto y se convertiría en un icono del movimiento. "¿Un futbolista gay? ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Un torero?" se preguntarán aterrorizados en Intereconomía.
En un mundo tan machista (el del fútbol) sería todo un logro y todo un acto de heroicidad por la causa. Claro que por estadística, hay muchos otros que también lo son pero no dicen nada, pero esos entran en el mismo saco de "gente pública a la que odiar", como ya comenté en un momento con Rosana.
Pero es igual, este no es exactamente el tema por el que escribía en el blog. Desde aquí y desde ahora quiero invitar a hacer una reflexión pública, quiero probar e intentar abrir los ojos al mundo. Quiero jugar a ser Dios. Quiero asombrar a los humanos.
Ejem, como decía. Si hemos llegado al punto de aceptación, tal que hasta en el mundo más macho y varonil de todos (el deporte rey), un gay puede declararse como tal, y seguir jugando en su equipo, en su selección, lo hace bien, recibe elogios. No sé, directamente, puede seguir saliendo a la calle, respirando, en definitiva, le permiten seguir viviendo. ¿Será que el mundo no está tan mal, no?
Y aquí viene mi inquietud. ¿Cuándo podremos ver a alguien salir del armario también en fútbol femenino?
Justicia para todos.
En caso de ser verdad se encumbraría en lo más alto y se convertiría en un icono del movimiento. "¿Un futbolista gay? ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Un torero?" se preguntarán aterrorizados en Intereconomía.
En un mundo tan machista (el del fútbol) sería todo un logro y todo un acto de heroicidad por la causa. Claro que por estadística, hay muchos otros que también lo son pero no dicen nada, pero esos entran en el mismo saco de "gente pública a la que odiar", como ya comenté en un momento con Rosana.
Pero es igual, este no es exactamente el tema por el que escribía en el blog. Desde aquí y desde ahora quiero invitar a hacer una reflexión pública, quiero probar e intentar abrir los ojos al mundo. Quiero jugar a ser Dios. Quiero asombrar a los humanos.
Ejem, como decía. Si hemos llegado al punto de aceptación, tal que hasta en el mundo más macho y varonil de todos (el deporte rey), un gay puede declararse como tal, y seguir jugando en su equipo, en su selección, lo hace bien, recibe elogios. No sé, directamente, puede seguir saliendo a la calle, respirando, en definitiva, le permiten seguir viviendo. ¿Será que el mundo no está tan mal, no?
Y aquí viene mi inquietud. ¿Cuándo podremos ver a alguien salir del armario también en fútbol femenino?
Justicia para todos.