viernes, 13 de abril de 2012

Puro y visceral

Hola a todos hijos de la luz y de la noche. He vuelto de mi destierro emocional para recordaros que no muy lejos de vuestras cabezas, casi pegadita a vosotras, entre el lóbulo de la oreja y la apófisis mastiodes, me hallo esperando retornar a vuestras ilusiones y alegrías diarias. Porque algo hay que dejar claro: soy la causa y consecuencia de vuestra felicidad. Sin mí vagáis por un campo infito de girasoles que miran al suelo, y conmigo todo es confeti y aceitunas violadas que vuelan hacia vuestros paladares. El sentido de la vida en estado puro.

Hay algo que quiero decir un día como hoy, nublado y triste, aunque feliz por su nomenclatura, aquella que empieza por Vi, y acaba por ernes. Y es que, nada de lo que nunca imaginemos en lo más profundo de nuestras fantasías se hará realidad un día que no haga sol o lluvia. Eso tenedlo claro. Los días con tiempo mediocre como hoy, nunca proporcionarán grandes historias. De hecho, si pensáis, todos los grandes momentos de nuestras vidas vienen marcados por una luz radiante o un día triste que se pone a llorar. Estamos predestinados a vivir según la meteorología, y a sentir según les plazca. Somos como lombrices.

Pero acercándonos al tema que nos concierne hoy: el cuerpo es una máquina de engranaje perfecto. Nos permite hacer carreras populares, practicar deportes, disfrutar de sensaciones y mediante sustancias externas, alterarlas. E infinitas cosas más. Disfrutar de la vida es disfrutar de tu cuerpo. No penséis mal, aunque también. Todo es puro y visceral. En el fondo, somos seres irracionales. En el mejor de los fondos.

¿Y a cuento de qué viene esto hoy? A cuento de nada. A veces simplemente hay que dejarse llevar, y presentar el mundo a los mortales como eso que siempre hemos pensado que era, pero estúpidamente nos empeñamos los humanos muchas veces en desmentir: algo completamente absurdo. Con nosotros a la cabeza.

Y después, volver a empezar. Somos mentes, no más.