domingo, 30 de agosto de 2015

Vuelta de vacaciones

He vuelto de mi retiro espiritual veraniego, es decir, mis vacaciones en el pueblo, y tengo tantas cosas que contar que casi no sé por cual empezar. Han sido dos semanas finalmente completas, llenas de amigos y buenos momentos (suele ir ligado), con una sensación de plenitud que hacía tiempo no sentía. También, es verdad, que algunos momentos o amigos me han sabido a poco o me han dejado un sabor agridulce, pero, ¡qué más da! lo bueno de tener las pilas mentales recargadas es que solo dejo que hagan hincapié en mí los buenos recuerdos.

Y de estos días voy a sacar dos buenas conclusiones. La primera y más importante, por fin la vida me ha dado una lección de esas que marcan para siempre y es que, he aprendido a ver, que cualquier cosa puede pasar y todo se puede conseguir. Lo único, es que no depende siempre estrictamente de nosotros. A veces lo imposible pasa, y la conclusión, es que nunca tienes que perder la ilusión. ¿Que qué me ha hecho ver esto? Ahí va, preparaos, lo imposible ocurrió: me tocó el bingo de mi pueblo el Sábado de fiestas. Algo que durante muchas veces ya me había dicho a mí misma que no estaba hecho para mí, que nunca iba a pasar, que yo estaba en este mundo para otras cosas pero no para vivir algo así. Pues toma, a falta precisamente del número 8, cantan el 8. Y yo gritando y saltando cual adoslescente en un concierto de Bieber. Uno de los momentos más simpáticos de mi vida. Y no sólo por los 120 pavos que me llevé.

La segunda conclusión, y aquí es donde me pongo profunda, es la que me ha hecho ver que hay estados en la vida de una persona que son reversibles. También es que puedes patinar a veces y dejarte llevar por emociones o sentimientos, pero creo que de verdad, algunos retornan. Voy a ser más explícita: creo que hace años gozaba de mayor madurez personal que ahora mismo. Creo que se puede retroceder en ello y yo me he dado cuenta que en los últimos tiempos he dado un pequeño paso atrás. Y de ahí la importancia de encontrarte con gente diferente. De ahí lo importante de compartir y conversar. De escuchar y de absorber. Que al final estos momentos son los que ayudan a uno a mantenerse en su sitio.

Y ya está, este es mi resumen de lo que ha sido mi retiro al país donde nunca nada malo pasa, donde nunca hay tristeza y donde los problemas se esfuman. Ahora de vuelta a la realidad, me siento preparada para todo, incluso de llegar mañana y ponerme a trabajar. De volver a empezar a estudiar. De dar un paso adelante sabiendo, que tarde o temprano y sin darte cuenta, a veces damos otro para atrás.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Introspección

El propósito de hoy y de aquí en adelante es concentrarme lo máximo posible en no alargar el post más allá de los tres párrafos. Soy dueña pero también esclava de mis palabras y mi ego se viene arriba cuando comienzo a enlazar. Me siento poderosa e infinita, siento que nunca nada queda lo suficientemente adornado porque no existen vocablos suficientes para plasmar lo que me viene de dentro. El resumen es un arte y yo no llego ni a aprendiz. Y así, de esta forma, sin empezar a decir nada, ya he malgastado el primero de los tres.

En los últimos meses de mi vida he llevado a cabo una dura introspección. Me he estudiado y analizado y he llegado a la conclusión que tengo que moderar mis frustraciones. Menguarlas y canalizarlas hacia sí mismas. Porque el 90% de mis frustraciones diarias son ínfimas y perecederas, sólo sobreviven porque se alimentan de mi rabia por aquello que no puedo controlar. Y hay muchas cosas que no puedo controlar. Excepto mis frustraciones pasajeras, que son perfectamente reversibles.

A dos días de volver a coger vacaciones, esta vez, me miro hacia fuera y veo aquello que he visto siempre. ¿Será que soy fugaz y mi mecha se apaga? ¿Pierdo el encanto? ¿Por qué ya nadie me quiere escuchar? ¿Será que soy pasajera y debería ya haber viajado a la siguiente estación?

Nota mental: No vale la pena disminuir el número de párrafos si estos quedan superpoblados de frases.

martes, 11 de agosto de 2015

Sobre blogs

Hablar de blogs es como hablar de algo pasado y remoto. Te viene a la mente la época en la que se puso de moda tener un blog, y va de la mano de otros fenómenos virtuales caducos como el Messenger o MySpace. Te viene a la mente también un montón de capullos y capullas (entre los que supongo me incluyo), abriendo una cosa de estas contando historias como si a alguien le fuese a importar.

Pero una vez las modas pasan, ahora sólo quedan los nostálgicos (entre los que supongo me incluyo) y los que a estas alturas se crean un blog pero interesante de verdad. Y conozco gente de esa. De los que cuentan cosas relacionadas con su profesión, los que quieren dar un impulso a su carrera o los que hacen estudios y cuentan cosas que pueden aportar curiosidades o conocimientos a la sociedad.

Y yo que los admiro. Los admiro y los miro con recelo y pienso: ¡ojalá yo también fuera capaz de crear algo interesante como eso! Pero luego no los leo. El resto de la gente no sé qué hace, pero es que a mí, en mi infinita incoherencia de persona, me interesa más mi blog. El blog que no va de cosas interesantes, ni donde le aporto nada a nadie. El blog que va de mí, única y exclusivamente. De mi cabeza. Somos mentes, no más.

Así que nada, después de un post de autoreafirmación, con cierto toque de autocomplaciencia y automastubación (ya sabes, la madre de la autoperfección) acabo mi contribución al mundo de hoy.

domingo, 9 de agosto de 2015

La canción del verano

Este año estoy preparada, no me van a pillar desapercibida cuando me vaya de fiestas estivales y empiece a sonar "la canción del verano". He hecho los deberes, y aunque aún tengo algún que otro lapsus, creo que me conozco 3 de las canciones que más lo tienen que estar petando en algún lugar, y que se supone son éxitos de este caluroso verano de 2015.

Y, antes de explicar mi angustiante situación vivida los últimos, -mmmm no sé- ¿diez años? de vida, que conste que esto no es un rollo raro para dármelas de indepe y de guay. ¡No! Más que nada porque odio a los modernos y a los guays casi tanto como al reggaetton. Pero hay algo cierto e irrefutable en los últimos años de mi vida: desconozco por completo el panorama musical comercial actual (y el correspondiente a cada actualidad).

No sé qué se lleva, quién triunfa en los Grammy, en la lista de los 40, ni que se escucha en las discotecas de moda o en las cutres. La razón es sencilla, no salgo por esos sitios ni -casualmente- me rodeo de gente con esas inquietudes musicales. No suelo escuchar radios que no sean Radio Marca o Rock FM, y cuando entro en el coche de algún amigo o le visito en su casa, el hilo musical que nos acompaña está también lejos de esos estilos. Aunque parezca difícil de creer, existimos gente así, y es completamente cierto que no conocemos esa música de la que te dicen, como excusándose los demás por sí conocer, "¡pero si es que suena en todas partes!". En mis partes no. Ninguna de ellas.

Por eso que, estos últimos veranos que me he ido de vacaciones a por ejemplo el gran clásico "el pueblo", cada vez que llegaba la orquesta de fiestas o la discoteca móvil de turno mi cara de sorpresa cuando la gente se venía arriba de golpe y empezaban a cantar al unísino el temazo del verano se ha venido repitiendo. "-¿Qué dice que se quite el qué? ¿El top? -¿En serio no la has oído?, ¡si es la canción de Paquirrín! -Ah pero... ¿es él quien canta?" Y te miran con esa cara desconfiada de que no creen que realmente no la hubieras oido nunca.

Es por eso que este año he decidido prepararme y después de consultar a expertos en basura musical, me he hecho con el nombre y el ritmo de las que se supone son las canciones más demandadas. Mi criterio me dice que la música no ha cambiado mucho desde que dejé de seguir las modas al día, desde que "Papi chulo" irrumpió como temazo latino, esa plaga se instaló para quedarse, y no irse, quizá nunca más. Y este año va de tener hambre. El mítico Ricky Martin nos quiere morder (Off-topic: otro que sigue haciendo videoclips rondando a mujeres... le voy a hacer un "Rosana" un día de estos), otros latinos raros con pinta de niggas nos quieren dar de comer arroz con habichuelas, y por último, a unos frikis que les pasa no sé qué con un taxi.

Así que ya está, estoy a tope para partir tarimas. Este año seré la reina de las fiestas sin que nadie crea que me hago la alternativa. Eso sí, espero que sean las únicas aportaciones de este año porque si no una vez más, estaré perdida y esperando a que llegue Dolores hasta las tantas de la madrugada.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Y 5 años después...

Tengo que escribir para decir que acabo de descubrir que el famoso post a Rosana, todavía es de ferviente actualidad, ¡¡y sigue recibiendo comentarios!! Sin ninguna duda mi mayor éxito, lleno de locos frikis de dios y gente ofendida y... bueno en general no sé quién más, porque he pasado bastante de leerlos. Por suerte, nunca tendré el éxito y el seguimiento de masas anónimas que inundan de comentarios todo lo que digo. Por otro lado, tampoco me pagarán por poner publicidad, pero bueno. Tendré que sacarme un sobresueldo de otra forma, apuestas deportivas, inversiones en bolsa, blanqueo de capitales, tráfico de estupefacientes, donaciones de óvulos, gestión profesional de cuentas comunio, absorber gasolina de coches aparcados para luego revenderla, venta de pis sano a gente bajo controles sanitarios, limpieza de playas, chill outs privados a domicilio, chill out privados a distancia...

Un sinfín de oportunidades.


martes, 4 de agosto de 2015

¿De qué se quejarán de nosotros?

Me ha surgido una duda existencial, de esas que necesito debatir con mi yo interior para saber qué pienso.
Me pregunto a mí misma insistentemente cuando muchas veces voy por la calle, ¿de qué se quejarán de nosotros la gente joven cuando ellos sean jóvenes y nosotros ya muy viejos? ¿Qué costumbres seremos incapaces de asimilar y poner en práctica en la convivencia correcta en sociedad?

Y esto me viene a la cabeza, porque no puedo evitar ser una de esas ciclistas urbanas que odia a todos los peatones que no respetan el carril bici. Y eso que yo cuando soy peatón, muchas veces lo invado (todo hay que decirlo). Pero siempre después de revisar que no perturbo el trayecto de un ciclista. Por lo general nadie lo respeta. Da igual que sea un paso de cebra o un carril señalizado en la acera. De hecho muchas veces, ni siquiera se respeta el carril bici que va por la calzada a un lado de la acera. Para todo el mundo, es vía rápida para adelantar a domingueros. Y a las bicis que les den.

Pero por lo general hay un sector social que es especialmente 'porculero' en la invasión de la vía para ciclistas. Y sí, son la gente mayor. Yo por lo general soy de esas personas que van en bici y sienten la necesidad de reeducar a la población. Si me entorpeces el camino, te acribillo a chirriantes timbrazos de la bici del bicing. Para que sientas vergüenza y todo el mundo te mire, y vean lo mal ciudadano que eres. Exactamente igual que me hacían a mí todos los coches en Londres cada vez que no cruzaba en verde. Aunque estuvieran a 7km de mí.

Pero la gente mayor son inmunes a ello. De hecho, es muy probable que encima se paren, te miren mal, y cuando ya les has rebasado les oigas protestar y cantarte las cuarenta en plan: "pero que la acera no es tuya! salte a la carreteraaaa!!" No son capaces de asimilar que somos una parte más del mobiliario urbano, y no lo harán nunca.

Y es que entiendo, que ellos no entienden. Que por mucho que su nieto les pueda decir: "pero que por ahí es para las bicis yaya!!" Ellos, que han hecho el país con su trabajo, sacrificio y esfuerzo, ahora no tiene que venirles nadie a quitar la ilusión de cruzar el paso de cebra por la parte en rojo, ¡qué encima es antideslizante! Con lo bien que les va. Y la señora que lleva su carro de la compra sin salirse de las líneas que delimita el carril, ¡toda una proeza!

Es por eso que no puedo enfadarme con ellos, pero por otro lado me da que pensar. Cuando sea yo una señora y tenga mis extrañas costumbres de las primeras décadas de los años 2000's, vaya por la calle como vamos en esta época y todo eso... ¿a qué tipo de cosas seré incapaz de amoldarme? ¿A qué extraña costumbre me aferraré sin dar mi brazo a torcer, hasta que la muerte nos separe?

Y es raro pero, no seremos modernos siempre. Y llegará un momento incluso, que no querremos serlo, aunque el mundo no vaya a parar.

sábado, 1 de agosto de 2015

5 minutos

Hace muchos años, en época estudiantil secuandaria, me topé con un profesor que nos explicó un ejercicio mental basado en 5 minutos diarios de mente libre y abierta expresada en forma de palabras. El ejercicio consistía simplemente en ponerte a escribir, sin pensar mucho en lo que decir, dando rienda suelta a tu imaginación y a tus habilidades sin parar, en exactos 5 minutos controlados por un reloj.
De esta forma, fuera en forma de bitácora, de artículo de opinión, o de la comunmente conocida como "rallada mental", tu mente se activaba ininterrumpidamente para liberar toxinas.

Evidentemente nunca lo hice, porque hacer ejercicios que no eran obligatorios y que no contaban para nota de la asignatura era de capullos, pero ahora que soy una personita algo mayor y tengo el recuerdo vivo de aquella explicación, quiero ponerlo en práctica.

Necesito 5 minutos al día para expandirme y recomponerme. Me he vuelto una cenutria. Escribir es una de las cosas más me ha gustado en la vida (sigo haciendo las otras dos que más me han gustado siempre y sabéis los que me conocéis: quejarme de todo y jugar al fútbol).

El caso es que releyendo entradas de hace tiempo y años y tiempo y tiempo, me he sorprendido a mí misma haciendo cosas de las que hasta me he asombrado. Curioso, ¿no? Y ahora mismo me veo impotente para hacerlo. He perdido fuelle. Mi cabeza se ha convertido en un melón.

Y sé que no lo arreglaré en 5 minutos. Pero dame 5 minutos más otro día. Y 5 más al siguiente. Y 5 y 5 más veces.Y así, el tiempo suficiente, hasta que domine el mundo.

Porque al fin y al cabo, ese fue el motivo por el cual este blog se creó mucho tiempo atrás.