martes, 15 de diciembre de 2015

Las vacaciones de Navidad

Sirven para cantar, tocar la guitarra, leer libros que no quieres dejar a medias pero que no te interesan, y para ordenar cosas que el resto del año restan esparcidas sin vergüenza.

Es una puesta a punto para el año que entra. Ya me estoy preparando para ello. El año que entra va a ser el año del orden, de la guitarra, de la lectura y de la vergüenza. Eso, o será un año como otro cualquiera.

Me gustaría saber por qué tengo ganas de cocinar cosas que no sé hacer y de relativizar obligaciones. Si fuera capaz de llevar a cabo todo lo que tengo en la cabeza y en la forma en como sé que hay que hacerlas, sería una persona ideal.

El año que viene será el de la idealidad. No hay margen al error y a la desidia. Sólo aquel impuesto por la necesidad natural e interna de cada uno sobre no hacer aquello que realmente no te pida el cuerpo. Vamos, que todo se quedará en lo mismo.

La mente es como un espejo que te refleja el camino de la vida y te guía. El problema somos nosotros que al compararlo con la realidad no sabemos aplicar el guión.

La mente es un espejo. La realidad es el vacío. Si sabes reflejar el espejo en el vacío tu vida está guiada. Si das tumbos entre uno y otro, tu vida va a trompicones entre lo que debería ser y lo que es. Si no sabes hacerlo, caes.

Y ahora me voy a tomar unos canapés. Y a seguir de vacaciones. Y a tocar la guitarra, y a cantar, a leer, ordenar...

jueves, 3 de diciembre de 2015

La paz está en tu interior

El otro día vi un reportaje de 2 horas sobre Kurt Cobain. Bueno, realmente lo vi en 3 días diferentes porque era demasido largo, o la vida de Cobain quizá demasiado aburrida. Y no, no voy a empezar a soltar mierdas sobre el ídolo de la rebeldía de los '90 no vayamos a crear un "por Rosana mato 2".

Esto me hizo pensar dos cosas; cosa 1: ya no puedo morir de forma épica y ser recordada para la eternidad como un mito. He pasado los 27 años. Ya no vale la pena morirse, así que he decidido seguir cuidándome y esperando hacerme inmortal. Cosa 2: tu juventud no tiene sentido si no te drogas. Si sigues el camino, eres responsable y quemas etapas según lo establecido, habrá una parte de ti misma que nunca puedas explotar. Por suerte yo lo probé todo. Emborracharme hasta altas horas de la madrugada-tarde y noche de nuevo. Consumí marihuana, éxtasis, cocaína, heroína y cigarrillos mentolados. Se puede decir que estaba muy loca y viví al límite de lo permitido. Sobrepasé los 200km/h, hice caso omiso de las señales de "recién pintado" y rompí cosas públicas en lugares públicos para demostrarle al mundo como de enfadada estaba con la realidad.

Por eso a veces, y aunque ahora la paz vive en mi interior y siento que no tengo que demostrar nada al mundo, todavía hay momentos que me dan ganas de romper algo. De saltar, de empujar. De coquetear con  el dolor y de dejar volar la rabia. De sentir que no hay mañana y que no queda nada que no pueda ignorar lo suficiente. De ser rebelde y levantar el dedo corazón cada vez que alguien intenta llevarme por el camino que no me apetece seguir.

Por eso creo que la juventud y la rebeldía son tan importantes. Porque sin ellas no me creo que realmente sepas valorar de verdad que es la paz interior.

Creo que no soy tan diferente a Kurt Cobain y su vida de mierda. Quizá la diferencia es que nunca me dio por probar la heroína. Y menos mal.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Hijos de amigos

La gente de mi generación (esto empieza a sonar carca) tenemos todos algo en común, o si no, la gran mayoría de nosotros. Somos todos hijos de amigos. O lo que es lo mismo, hijos de Friends. Sin ningún tipo de duda para mí la serie más trascendente de la historia... de la historia de mi vida, imagino que no tanto en los anales de la televisión (aunque sí tiene gran parte de importancia).

Y es que no hay nada mejor que llegar un día cualquiera a casa y que estén poniendo una reposición, todo y que ya hace 21 años desde que la serie comenzó a emitirse, y otros tantos desde que acabara. Aunque se empieza a ver la imagen sobre todo de las primeras temporadas con tono ciertamente añejo, a mi no me evoca recuerdos de mi adolescencia o de mi juventud, si no que de mi vida.

Porque todos los hijos de Friends tenemos algo en común, y es que crecimos creyendo que de mayores la vida era eso. Vivir cerca de tus amigos y compartir mil historias hilarantes mientras creces, te haces mayor y afrontas las etapas de la vida. Al fin y al cabo si lo piensas, ¿puede haber algo mejor?

Creo que dentro de mí hay un poco de cada uno de ellos. Bueno, de Ross no mucho. Tampoco de Rachel en realidad. Digamos que tampoco soy muy Mónica. De Joey, la verdad es que nada. Bueno vale, me flipaban Chandler y Phoebe. Tengo que admitir que de pequeña quería ser esa colega del grupo ingeniosa que siempre hacía bromas y con la que todo el mundo se reía. Y también me atraía esa idea de ser un poco extravagante a ojos del mundo, pero con una vida más que interesante en tu interior. Al final supongo que no fui ninguno de ellos, porque creces y aunque no quieras, te conviertes en ti misma.

Y si quieres dejarme postrada en un sofá, tomando un café, y riéndome durante horas, ponme un capítulo. O ponme tres. Qué coño, ahora me apetece ver la serie entera. Y volverla a empezar.

Y seguir soñando con que la vida será eso.

sábado, 24 de octubre de 2015

Poderosa

Hoy me siento poderosa. Hoy, y desde hace unos días. Y me encanta esa sensación.

Es una cuestión quizás algo física pero puede que a lo mejor también mental. No sé si tendrá que ver con todo el rollo que conté ayer sobre los habitos alimenticios, o que mi cuerpo parece desperezarse por alguna extraña razón sobrenatural, pero me siento con poder de ser capaz de hacerlo todo.

Ayer jugamos un partido y aunque no fue ninguna maravilla, tuve unas sensaciones diferentes a las que estoy acostumbrada. Evidentemente hago balance y pienso en que hay mil cosas que mejorar y muchos errores que pulir, pero la diferencia es que me siento capaz para trabajar sobre ellas y espero con ansia más y más. Y eso me encanta.

Por otro lado hace 8 meses me puse a mí misma un reto, casi sin tomármelo muy en serio, sobre llegar un año después a participar en una prueba de alta exigencia física. Ahora mismo estoy aún a años luz de conseguirlo, pero con 3 meses y medio por delante.

Y como mi mente se viene arriba y me siento poderosa no puedo evitar pensar: venga, que quizás, ¿y por qué no?

viernes, 23 de octubre de 2015

Fuera de temporada

¿Cuál es la horrible sorpresa que me llevo el otro día al ir a hacer la compra semanal al súper de turno, que no me deja dormir y no me deja parpadear perpleja, no me deja respirar bajo el agua ni bostezar con la boca cerrada? Vayamos por pasos.

Todo empezó un par de meses atrás cuando empecé a querer obsesionarme con algo. Y lo digo así, porque yo no soy de obsesionarme con nada. Creo que las cosas tienen una razón y un motivo, y si las quieres hacer tiene que salirte de dentro, y si no, es porque no quieres hacerlas o porque no te motiva lo suficiente. Por eso, a veces, cuando quiero conseguir algo, más que intentar autoconvencerme de ser constante para conseguirlo, me intento autoconvencer de tener que obsesionarme con ello. Porque si no me obsesiono, no lo cojo con las suficientes ganas y fuerzas como para no dejarlo correr a la primera de cambios. Pues eso, creo que se ha entendido.

Hace un par de meses me obcequé en obsesionarme con cambiar mis hábitos alimenticios por unos menos dañinos y tóxicos. Reduje considerablemente mi consumo de azúcares, el de fritos y el de grasas embutidas, y me forcé a alimentarme a base de cosas verdes, plantas varias, y sucedáneos de hippies. El caso es que me está yendo bastante bien, he pasado la primera fase de obsesión (normal, al final me canso) pero creo que ha durado lo suficiente como para haber podido modificar algunas costumbres. Pero bueno, analizar esto tampoco viene al caso, el caso va de aquello que me deja perpleja en un súper.

Total, que ahora me conozco mejor la sección de verduras que de cervezas, sé diferenciar una coliflor de una berenjena y un calabacín de un pepino. Por no hablar de las frutas. ¡Benditas frutas! Yo siempre fui una niña de esas que nunca quería ni pan mientras comía ni fruta al acabar. ¡Qué de disgustos se llevaba mi abuela! Pero ahora es la base de mi dieta, no hay día que no coma algo de plantas (es como cariñosamente llamo a las verduras) y al menos 3 piezas de fruta. Mi cuerpo se regenerará en una súper máquina de vivir sanamente y desarrollaré poderes especiales. Espero. Dentro de no mucho.

Bueno total, que me lío. El caso es que, una vez entendido el contexto, tenéis que entender cual fue mi frustración al llegar el otro día al supermercado y... bueno espera, se me ha olvidado contar que, como fui una de esas niñas negadas a la fruta, empezar a comerla me resultaba extremadamente complicado. Hasta que la conocí a ella. No sé por qué siempre había creído que el mundo de la fruta se limitaba a peras y manzanas, y en verano, melones y sandías. Pero la encontré. A mi fruta predilecta. Mi nueva pasión. La que me ha abierto las puertas a un nuevo mundo y me ha hecho engancharme por completo al consumo compulsivo de los frutos de los árboles: la nectarina.

Pues eso, que vaya mierda que el otro día voy al súper y veo que ya no hay, y al parecer se ha acabado la temporada. Ahora me tengo que conformar con unas tristes ciruelas y unos plátanos. Por suerte la costumbre está interiorizada, y sé que algún día, volverán a mí.

domingo, 18 de octubre de 2015

El día que el hamster nos dejó

¡Cómo no! Un Domingo de los que no apatece salir, con un día feo que aunque no se atreve a llover, tiene pinta de arrancar de un momento a otro. Así, para que el contexto quede aún más triste, es como nos ha dejado Lili. Esta mañana he ido a cambiarle su agua y a echarle un poquito de comida, cuando he descubierto que había decidido morir de felicidad. No ha querido dar más vueltas en su rueda provocándonos un eterno insominio. Ya no quería seguir buscando más una salida desesperada de la jaula de tortuga en la que ha habitado los últimos meses. Ya no quería huír más de un gato que no podía acceder a ella, ni del que tampoco podía escaparse.

Se ha ido como llegó, escondida bajo su techo amarillo. Esa timidez tan característica que siempre hizo que la relación ratón-humano fuera complicada. Lo máximo que conseguí es que alguna vez que otra se subiera a mi mano para recopilar toda la comida que había dejado en ella, eso sí, siempre que estuviera inmóvil para poder confundirme con un comedero más.

Se escapó tantas veces por los lugares más reconditos y difíciles de acceder (y por consiguiente de salir) y teniendo en cuenta que fuera compartía hogar con un depredador nato para ella, sólo puedo pensar en cuanto tiempo de más ha podido vivir sin que le pasara nada. Era una valiente, una temeraria y aventurera. Un ejemplo para todos los que la conocimos.

Y ahora que ya no está entre nosotros sólo me quedan buenos recuerdos: aquel día que se escondió entre los archivadores con apuntes de la uni para estudiar, el día que apareció por el comedor dentro de la boca del gato, el día que descubrí como era capaz de trepar y escaparse entre los barrotes más altos de su primera jaula. El día que fue Rasca. El día que se creyó Supermán. El día que (más bien los días que) decidía meterse en un tubo sin salida quizá anunciándonos que ya se había cansado de vivir, pero donde nunca le dejamos que se quedase.

Por todo esto y más, Lili, hámster Roborowski que no hacía nada pero que estaba ahí, siempre te recordaremos.

DEP

jueves, 8 de octubre de 2015

Esperando

Hoy esperaba recibir una interesante tarea en el trabajo. Algo diferente, algo nuevo, algo que aprender y que afrontar. Bueno, no tenía claro que fuera a ser eso, pero tenía la esperanza.

He recibido un churro. Una tarea para monos. Ser un autómata que hace la mierda que nadie más quiere hacer. Bueno no está mal, podría ser peor, podría no tener trabajo, ¿no?

Voy a tener que cambiar de táctica. Y si al final de todo no funciona, me tendré que buscar mis retos. Total, podría ser peor, podría no tener que trabajar, ¿no?

No hay nada que más odie que ser un autómata. Es aburrido.

Aunque hay días que es lo más cómodo.

martes, 6 de octubre de 2015

¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Sí, hoy es uno de esos días.

No sé donde vivo, no sé qué hora es, no sé si es mañana o todavía ayer. No sé qué tengo que hacer. Sé qué debería hacer, pero no sé muy bien por qué tengo que hacerlo. No sé por qué alguna vez tomé una decisión para hacer algo, no sé por qué pensé en llevarla a cabo. No sé por qué hay días que me levanto.

Hoy es un día de esos que necesitas consuelo. Necesitas sentir que congenias. Pero hoy no es ese día.

No sé qué quiero ser ni quién quiero ser. No sé si estoy en lo cierto ni si estoy en el buen camino. No encuentro respuestas si no preguntas y no sé a quién acudir.

Hoy es un día de apatía, de sinrazón. Hoy es un día amargo. Hoy no me quiero poner de buen humor.

No sé si será cosa del tiempo o de la alimentación. No sé si la temperatura o el olor. Sólo sé que hoy le metería una bala entre ceja y ceja a todo aquel que se negara a follar para perpetuar su especie.

Hoy es un espejo, un pasaje. Mañana, o en cualquier otro momento renegaré de que esto pasara, y me diré a mí misma que sólo fue un bajón. Hoy es ayer.

Y no sé qué coño estoy haciendo con mi vida.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Breve reflexión sobre la independencia y el conflicto catalán

Día de reflexión. Hoy no se puede hacer campaña ni apología política. Por eso yo, que no lo hago nunca, me voy a dedicar a reflexionar.

Sea cual sea el resultado de mañana, para mí habremos ganado algo muy importante el Lunes cuando nos levantemos y todo haya pasado. Se llama paz. La mayoría de las personas que habitamos tierras catalanas (las cuales por cierto, adoro por ser mi tierra y el hábitat de la mayoría de mi família y amigos) estamos hasta las narices de las campañas políticas. Lo copan todo, las tertulias televisivas, las radios musicales o deportivas, las calles, las plazas, cada esquiena. Todo es campaña. Hasta los vecinos con sus banderas en los balcones. Todas indepes, hay que decirlo.

A mí, como que desde hace mucho tiempo la política me aburre. Aunque no siempre fue así. Cuando empecé a descubrir el mundo (por decirlo de alguna manera) a los 16 años o así, inmersa en un estudio constante en el instituto de la historia y la sociología, me apasionaba debatir y defender mis ideas. Posturarme en una cosa u otra, eso sí, por aquel entonces aún tirando más por lo que se supone tenía que defender según mis supuestas ideas, que no por lo que pensaba realmente. Es normal que a esa edad aún no sepas diferenciarlo bien.

Pero hace tiempo me aburrió, nunca nadie realmente gana y nunca vas a conseguir contentar a todo el mundo. No todos vamos nunca a estar convencidos en los mismo ni vamos a creer en lo mismo. Por lo tanto, no tiene sentido discutir si no aprender a respetarse. Lo demás es sólo ansia de poder.

Y eso me parece a mí que es el conflicto catalán. Sintiéndolo mucho por todos aquellos que creen que una independencia resolvería sus problemas, a mi parecer, sólo le harían aparecer otros diferentes. Más que una secesión cultural es una económica, ya que copan el 95% de los argumentos separatistas. El pueblo no sufre, la sociedad catalana no está marginada, y los hechos pasados que la azotaron, azotaron por igual al resto de España. No puedo seguir unas ideas que se nutren básicamente por la obsesión por el dinero. Va en contra de mis entrañas.

Por eso, a mí que ni me interesa la unidad del país, ni la separación, ni nada que tenga que ver con nacionalismos ni nada que nos haga sentir mejores o peores a unos respecto a otros, estoy deseando que llegue el Lunes. A ver si de una vez, el Lunes lo dejan.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Reinventarse es de sabios

No quiero ni mucho menos exagerar; llamarme a mí misma "sabia" es demasiado atrevido incluso para una reflexión de Domingo a inicios del anochecer.

Lo de reinventarse es otra historia. Y creo que le he pillado el truco a mi vida, y precisamente es ése. Reinventarse. Soy una persona de naturaleza algo incompleta, que necesita siempre inyectarse emociones y sensaciones en vena porque si no en seguida cae en la monotonía y se siente vacía. Caigo en el nihilismo más aburrido. En las pastillas rosas. Bueno no, eso no. Me queda algo de cordura aún cuando me deprimo.

Pero lo de reinventarse es algo que todos tenemos que hacer de vez en cuando. Hay gente que lo hace de forma natural, como quien se prepara un zumo -natural- cada mañana. Yo no lo hago, por pereza. Y así con todo. Por eso a veces tengo que tirar de mí misma cogiéndome del cuello de la camiseta y haciéndome actuar. Cual títere con cabeza.

Y en eso estoy ahora mismo, reinventándome y mucho. Muchos cambios a cada cual más emocionante en mi vida. Tengo ilusión y siento la adrenalina. Os voy a hacer un resumen aunque ya sabéis, que lo importante no son los hechos, si no las reflexiones:

-  Estamos redecorando la casa y terminando detalles que llevaban a medias mucho tiempo ("ordena tu cuarto, ordena tu vida" ¿Lo recordáis? ¿No? No os culpo).
-  Estoy ideando muchos planes, viajes, actividades... (nos vendrá bien tener menos tiempo libre en casa).
-  Siento la emoción de un niño que empieza temporada nueva y tiene aún mil partidos que empezar (creo que a nivel deportivo este año será un paso adelante).
-  Sigo confiando en que llegaré a la media maratón de Barcelona (aunque sea sólo mentalmente).
-  Cuerpo sano, vida sana (arribas las verduras, arriba las frutas. Adiós a los fritos, adiós al azúcar).
-  Vuelvo a estudiar (este quizás es el más importante, aunque haciendo balance de mi vida estos últimos años, creo que nunca he dejado de hacerlo. El tema es que nadie me evaluaba).

Y así hasta que vuelva a entrar en depresión y tenga que reconducirlo todo otra vez. Y así vamos.

domingo, 30 de agosto de 2015

Vuelta de vacaciones

He vuelto de mi retiro espiritual veraniego, es decir, mis vacaciones en el pueblo, y tengo tantas cosas que contar que casi no sé por cual empezar. Han sido dos semanas finalmente completas, llenas de amigos y buenos momentos (suele ir ligado), con una sensación de plenitud que hacía tiempo no sentía. También, es verdad, que algunos momentos o amigos me han sabido a poco o me han dejado un sabor agridulce, pero, ¡qué más da! lo bueno de tener las pilas mentales recargadas es que solo dejo que hagan hincapié en mí los buenos recuerdos.

Y de estos días voy a sacar dos buenas conclusiones. La primera y más importante, por fin la vida me ha dado una lección de esas que marcan para siempre y es que, he aprendido a ver, que cualquier cosa puede pasar y todo se puede conseguir. Lo único, es que no depende siempre estrictamente de nosotros. A veces lo imposible pasa, y la conclusión, es que nunca tienes que perder la ilusión. ¿Que qué me ha hecho ver esto? Ahí va, preparaos, lo imposible ocurrió: me tocó el bingo de mi pueblo el Sábado de fiestas. Algo que durante muchas veces ya me había dicho a mí misma que no estaba hecho para mí, que nunca iba a pasar, que yo estaba en este mundo para otras cosas pero no para vivir algo así. Pues toma, a falta precisamente del número 8, cantan el 8. Y yo gritando y saltando cual adoslescente en un concierto de Bieber. Uno de los momentos más simpáticos de mi vida. Y no sólo por los 120 pavos que me llevé.

La segunda conclusión, y aquí es donde me pongo profunda, es la que me ha hecho ver que hay estados en la vida de una persona que son reversibles. También es que puedes patinar a veces y dejarte llevar por emociones o sentimientos, pero creo que de verdad, algunos retornan. Voy a ser más explícita: creo que hace años gozaba de mayor madurez personal que ahora mismo. Creo que se puede retroceder en ello y yo me he dado cuenta que en los últimos tiempos he dado un pequeño paso atrás. Y de ahí la importancia de encontrarte con gente diferente. De ahí lo importante de compartir y conversar. De escuchar y de absorber. Que al final estos momentos son los que ayudan a uno a mantenerse en su sitio.

Y ya está, este es mi resumen de lo que ha sido mi retiro al país donde nunca nada malo pasa, donde nunca hay tristeza y donde los problemas se esfuman. Ahora de vuelta a la realidad, me siento preparada para todo, incluso de llegar mañana y ponerme a trabajar. De volver a empezar a estudiar. De dar un paso adelante sabiendo, que tarde o temprano y sin darte cuenta, a veces damos otro para atrás.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Introspección

El propósito de hoy y de aquí en adelante es concentrarme lo máximo posible en no alargar el post más allá de los tres párrafos. Soy dueña pero también esclava de mis palabras y mi ego se viene arriba cuando comienzo a enlazar. Me siento poderosa e infinita, siento que nunca nada queda lo suficientemente adornado porque no existen vocablos suficientes para plasmar lo que me viene de dentro. El resumen es un arte y yo no llego ni a aprendiz. Y así, de esta forma, sin empezar a decir nada, ya he malgastado el primero de los tres.

En los últimos meses de mi vida he llevado a cabo una dura introspección. Me he estudiado y analizado y he llegado a la conclusión que tengo que moderar mis frustraciones. Menguarlas y canalizarlas hacia sí mismas. Porque el 90% de mis frustraciones diarias son ínfimas y perecederas, sólo sobreviven porque se alimentan de mi rabia por aquello que no puedo controlar. Y hay muchas cosas que no puedo controlar. Excepto mis frustraciones pasajeras, que son perfectamente reversibles.

A dos días de volver a coger vacaciones, esta vez, me miro hacia fuera y veo aquello que he visto siempre. ¿Será que soy fugaz y mi mecha se apaga? ¿Pierdo el encanto? ¿Por qué ya nadie me quiere escuchar? ¿Será que soy pasajera y debería ya haber viajado a la siguiente estación?

Nota mental: No vale la pena disminuir el número de párrafos si estos quedan superpoblados de frases.

martes, 11 de agosto de 2015

Sobre blogs

Hablar de blogs es como hablar de algo pasado y remoto. Te viene a la mente la época en la que se puso de moda tener un blog, y va de la mano de otros fenómenos virtuales caducos como el Messenger o MySpace. Te viene a la mente también un montón de capullos y capullas (entre los que supongo me incluyo), abriendo una cosa de estas contando historias como si a alguien le fuese a importar.

Pero una vez las modas pasan, ahora sólo quedan los nostálgicos (entre los que supongo me incluyo) y los que a estas alturas se crean un blog pero interesante de verdad. Y conozco gente de esa. De los que cuentan cosas relacionadas con su profesión, los que quieren dar un impulso a su carrera o los que hacen estudios y cuentan cosas que pueden aportar curiosidades o conocimientos a la sociedad.

Y yo que los admiro. Los admiro y los miro con recelo y pienso: ¡ojalá yo también fuera capaz de crear algo interesante como eso! Pero luego no los leo. El resto de la gente no sé qué hace, pero es que a mí, en mi infinita incoherencia de persona, me interesa más mi blog. El blog que no va de cosas interesantes, ni donde le aporto nada a nadie. El blog que va de mí, única y exclusivamente. De mi cabeza. Somos mentes, no más.

Así que nada, después de un post de autoreafirmación, con cierto toque de autocomplaciencia y automastubación (ya sabes, la madre de la autoperfección) acabo mi contribución al mundo de hoy.

domingo, 9 de agosto de 2015

La canción del verano

Este año estoy preparada, no me van a pillar desapercibida cuando me vaya de fiestas estivales y empiece a sonar "la canción del verano". He hecho los deberes, y aunque aún tengo algún que otro lapsus, creo que me conozco 3 de las canciones que más lo tienen que estar petando en algún lugar, y que se supone son éxitos de este caluroso verano de 2015.

Y, antes de explicar mi angustiante situación vivida los últimos, -mmmm no sé- ¿diez años? de vida, que conste que esto no es un rollo raro para dármelas de indepe y de guay. ¡No! Más que nada porque odio a los modernos y a los guays casi tanto como al reggaetton. Pero hay algo cierto e irrefutable en los últimos años de mi vida: desconozco por completo el panorama musical comercial actual (y el correspondiente a cada actualidad).

No sé qué se lleva, quién triunfa en los Grammy, en la lista de los 40, ni que se escucha en las discotecas de moda o en las cutres. La razón es sencilla, no salgo por esos sitios ni -casualmente- me rodeo de gente con esas inquietudes musicales. No suelo escuchar radios que no sean Radio Marca o Rock FM, y cuando entro en el coche de algún amigo o le visito en su casa, el hilo musical que nos acompaña está también lejos de esos estilos. Aunque parezca difícil de creer, existimos gente así, y es completamente cierto que no conocemos esa música de la que te dicen, como excusándose los demás por sí conocer, "¡pero si es que suena en todas partes!". En mis partes no. Ninguna de ellas.

Por eso que, estos últimos veranos que me he ido de vacaciones a por ejemplo el gran clásico "el pueblo", cada vez que llegaba la orquesta de fiestas o la discoteca móvil de turno mi cara de sorpresa cuando la gente se venía arriba de golpe y empezaban a cantar al unísino el temazo del verano se ha venido repitiendo. "-¿Qué dice que se quite el qué? ¿El top? -¿En serio no la has oído?, ¡si es la canción de Paquirrín! -Ah pero... ¿es él quien canta?" Y te miran con esa cara desconfiada de que no creen que realmente no la hubieras oido nunca.

Es por eso que este año he decidido prepararme y después de consultar a expertos en basura musical, me he hecho con el nombre y el ritmo de las que se supone son las canciones más demandadas. Mi criterio me dice que la música no ha cambiado mucho desde que dejé de seguir las modas al día, desde que "Papi chulo" irrumpió como temazo latino, esa plaga se instaló para quedarse, y no irse, quizá nunca más. Y este año va de tener hambre. El mítico Ricky Martin nos quiere morder (Off-topic: otro que sigue haciendo videoclips rondando a mujeres... le voy a hacer un "Rosana" un día de estos), otros latinos raros con pinta de niggas nos quieren dar de comer arroz con habichuelas, y por último, a unos frikis que les pasa no sé qué con un taxi.

Así que ya está, estoy a tope para partir tarimas. Este año seré la reina de las fiestas sin que nadie crea que me hago la alternativa. Eso sí, espero que sean las únicas aportaciones de este año porque si no una vez más, estaré perdida y esperando a que llegue Dolores hasta las tantas de la madrugada.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Y 5 años después...

Tengo que escribir para decir que acabo de descubrir que el famoso post a Rosana, todavía es de ferviente actualidad, ¡¡y sigue recibiendo comentarios!! Sin ninguna duda mi mayor éxito, lleno de locos frikis de dios y gente ofendida y... bueno en general no sé quién más, porque he pasado bastante de leerlos. Por suerte, nunca tendré el éxito y el seguimiento de masas anónimas que inundan de comentarios todo lo que digo. Por otro lado, tampoco me pagarán por poner publicidad, pero bueno. Tendré que sacarme un sobresueldo de otra forma, apuestas deportivas, inversiones en bolsa, blanqueo de capitales, tráfico de estupefacientes, donaciones de óvulos, gestión profesional de cuentas comunio, absorber gasolina de coches aparcados para luego revenderla, venta de pis sano a gente bajo controles sanitarios, limpieza de playas, chill outs privados a domicilio, chill out privados a distancia...

Un sinfín de oportunidades.


martes, 4 de agosto de 2015

¿De qué se quejarán de nosotros?

Me ha surgido una duda existencial, de esas que necesito debatir con mi yo interior para saber qué pienso.
Me pregunto a mí misma insistentemente cuando muchas veces voy por la calle, ¿de qué se quejarán de nosotros la gente joven cuando ellos sean jóvenes y nosotros ya muy viejos? ¿Qué costumbres seremos incapaces de asimilar y poner en práctica en la convivencia correcta en sociedad?

Y esto me viene a la cabeza, porque no puedo evitar ser una de esas ciclistas urbanas que odia a todos los peatones que no respetan el carril bici. Y eso que yo cuando soy peatón, muchas veces lo invado (todo hay que decirlo). Pero siempre después de revisar que no perturbo el trayecto de un ciclista. Por lo general nadie lo respeta. Da igual que sea un paso de cebra o un carril señalizado en la acera. De hecho muchas veces, ni siquiera se respeta el carril bici que va por la calzada a un lado de la acera. Para todo el mundo, es vía rápida para adelantar a domingueros. Y a las bicis que les den.

Pero por lo general hay un sector social que es especialmente 'porculero' en la invasión de la vía para ciclistas. Y sí, son la gente mayor. Yo por lo general soy de esas personas que van en bici y sienten la necesidad de reeducar a la población. Si me entorpeces el camino, te acribillo a chirriantes timbrazos de la bici del bicing. Para que sientas vergüenza y todo el mundo te mire, y vean lo mal ciudadano que eres. Exactamente igual que me hacían a mí todos los coches en Londres cada vez que no cruzaba en verde. Aunque estuvieran a 7km de mí.

Pero la gente mayor son inmunes a ello. De hecho, es muy probable que encima se paren, te miren mal, y cuando ya les has rebasado les oigas protestar y cantarte las cuarenta en plan: "pero que la acera no es tuya! salte a la carreteraaaa!!" No son capaces de asimilar que somos una parte más del mobiliario urbano, y no lo harán nunca.

Y es que entiendo, que ellos no entienden. Que por mucho que su nieto les pueda decir: "pero que por ahí es para las bicis yaya!!" Ellos, que han hecho el país con su trabajo, sacrificio y esfuerzo, ahora no tiene que venirles nadie a quitar la ilusión de cruzar el paso de cebra por la parte en rojo, ¡qué encima es antideslizante! Con lo bien que les va. Y la señora que lleva su carro de la compra sin salirse de las líneas que delimita el carril, ¡toda una proeza!

Es por eso que no puedo enfadarme con ellos, pero por otro lado me da que pensar. Cuando sea yo una señora y tenga mis extrañas costumbres de las primeras décadas de los años 2000's, vaya por la calle como vamos en esta época y todo eso... ¿a qué tipo de cosas seré incapaz de amoldarme? ¿A qué extraña costumbre me aferraré sin dar mi brazo a torcer, hasta que la muerte nos separe?

Y es raro pero, no seremos modernos siempre. Y llegará un momento incluso, que no querremos serlo, aunque el mundo no vaya a parar.

sábado, 1 de agosto de 2015

5 minutos

Hace muchos años, en época estudiantil secuandaria, me topé con un profesor que nos explicó un ejercicio mental basado en 5 minutos diarios de mente libre y abierta expresada en forma de palabras. El ejercicio consistía simplemente en ponerte a escribir, sin pensar mucho en lo que decir, dando rienda suelta a tu imaginación y a tus habilidades sin parar, en exactos 5 minutos controlados por un reloj.
De esta forma, fuera en forma de bitácora, de artículo de opinión, o de la comunmente conocida como "rallada mental", tu mente se activaba ininterrumpidamente para liberar toxinas.

Evidentemente nunca lo hice, porque hacer ejercicios que no eran obligatorios y que no contaban para nota de la asignatura era de capullos, pero ahora que soy una personita algo mayor y tengo el recuerdo vivo de aquella explicación, quiero ponerlo en práctica.

Necesito 5 minutos al día para expandirme y recomponerme. Me he vuelto una cenutria. Escribir es una de las cosas más me ha gustado en la vida (sigo haciendo las otras dos que más me han gustado siempre y sabéis los que me conocéis: quejarme de todo y jugar al fútbol).

El caso es que releyendo entradas de hace tiempo y años y tiempo y tiempo, me he sorprendido a mí misma haciendo cosas de las que hasta me he asombrado. Curioso, ¿no? Y ahora mismo me veo impotente para hacerlo. He perdido fuelle. Mi cabeza se ha convertido en un melón.

Y sé que no lo arreglaré en 5 minutos. Pero dame 5 minutos más otro día. Y 5 más al siguiente. Y 5 y 5 más veces.Y así, el tiempo suficiente, hasta que domine el mundo.

Porque al fin y al cabo, ese fue el motivo por el cual este blog se creó mucho tiempo atrás.

lunes, 2 de febrero de 2015

Tengo un gato y un ratón

Y yo a veces me pregunto, ¿qué ha pasado estos últimos 4 años? ¿dónde he estado?