miércoles, 28 de julio de 2010

La malicia del color del metal

Al despertar, mirando a través de la ventana de mi cuarto, observaba la lucha agónica de un calamar, que a base de escalar por las paredes con sus pezuñas de caimán, quería convertirse en la historia de amor más antigua y más bella que jamás hubiera existido, por los tiempos infinitos.

-Señor Calamar, los seres vivos no pueden convertirse en historia de amor. Ni en historia de terror. Ni en historia de nada. -Le comenté al calamar con la luz de la mañana cerrándome un ojo.

-No es lo que soy. Es lo que voy a llegar a ser. -Me dijo el calamar con voz de leopardo africano.

-Pero igualmente, señor Calamar -insistí-, aunque fuera posible que un ser vivo se convirtiera en algo como una historia de amor, dudo mucho de que la manera de conseguirlo fuera mediante la escalada de una pared cualquiera en un edificio cualquiera de una ciudad cualquiera.

-No es la manera. Es lo que cuesta conseguirlo. -Afirmó el calamar con la intención de acabar la conversación.

Al cabo de un rato de observar la poca pericia del molusco para conseguir escasos centímetros, proseguí en mi testarudo deseo de frustrar las esperanzas puestas en semejante sandez del animal:

-Señor Calamar, escúcheme. Está dedicando su esfuerzo, su tiempo y su ilusión en algo imposible. Entiendo sus ilusiones y su empeño en conseguir algo. Comparto absolutamente la valiente decisión de luchar por los sueños e intentar conseguir aquello en lo que creemos. Pero la suya es una fe ciega. No se basa en nada real, nada factible. No quiero desanimarle ni romper gratuitamente con su motivación; pero todo lo que está haciendo no servirá nunca para nada.

El calamar se sentó verticalmente en la resquebrajada pared. Miró al suelo por un momento, paseando la mirada por todo el trayecto que había estado recorriendo desde no se sabía cuánto tiempo. Por un momento pensé que iba a romper a llorar. Sentí en mi interior la pena y la culpa de quien diluye con palabras aquello que puede valer tanto o más que una vida: la ilusión. Cesé en mi intención de volver al calamar alguien tan desgraciado como yo. Al fin y al cabo las historias de amor, bellas y eternas, no existían. Y de igual manera que yo nunca viviría una de ellas, entendía que el calamar no podía volverse algo así. Y casi sin quererlo, de nuevo insistí:

-No te puedes convertir en algo que no existe. Piense en otra cosa, Señor Calamar, algo auténtico, plausible. La gente sueña con ser famosa: grandes artistas, músicos, pintores, investigadores... todos quieren ser recordados por descubrir grandes avances para la humanidad o representar la belleza como nunca nadie lo había hecho. Sueñe, Señor Calamar, con ser grande y ser glorioso. Tiene ambición, tiene coraje y dedicación para conseguir cualquier cosa en esta vida. Pero nunca para ser una historia de amor. Y a pesar de todas sus cualidades, Señor Calamar, todo lo que representan y todo lo que demuestran, su absurdo propósito no refleja de sí mismo más que una amplia y incalculable estupidez.

-No es a lo que aspiro -contestó cansado el calamar-, es por lo que viví.

Y de esa manera, seguido de un largo silencio sólo interrumpido pero un minúsculo suspiro impredecible para todos aquellos que piensan demasiado alto, con la sensación del trabajo bien hecho y del fruto recogido, el calamar murió.

martes, 27 de julio de 2010

Le dijo la cucaracha al pollito

¡Hola!

Me estoy haciendo la interesante, toda el día sin escribirte ni llamarte ni darte señales de nada.
Única y exclusivamente para que creas que puedo vivir sin ti y no te necesito las 24 horas inyectada en vena.

¿A que lo hago bien? ¿Funciona? ¿Ves como soy una tía dura que te causa incertidumbre, que no sabes qué estaré haciendo ni en qué pienso, ni si me acordaré en algún momento de ti?

Joer, que guay soy (h)

jueves, 15 de julio de 2010

lunes, 12 de julio de 2010

Quiero ser tu Carbonero

Lo del fútbol, lo dejamos para otro día.

Todavía no sé si tengo ganas de llorar, de mear, de saltar, de vomitar, de gritar o de comerme una banderilla.

Y recordad: El mundo puede ser un lugar genial. Nunca había sido tan feliz de ser una borrega.

domingo, 11 de julio de 2010

Las malas costumbres

Hay cosas curiosas, novedosas y originales que pueden hacer gracia, pero que si se repiten demasiadas veces, acaban por ser una costumbre y además de las cutres y malas.

Al principio tenía gracia llegar de fiesta o deloquesea a las tantas cualquier día y ponerse a actualizar en el blog. He creado entradas infinitamente borracha que ni siquiera recordaba al día siguiente, otras graciosas y otras kamikazes (de las que no te atreverías a publicar en otras condiciones más serenas). Pero ahora ya, ni es novedoso, ni original, ni nada de lo demás. Es simple rutina y de la cutre.

Por eso me planto a mí misma y me digo: ¡Basta! Ya no tiene gracia escribir en el blog a las tantas. Quizás nunca la haya tenido. Vete a dormir.

Y es que... ya no impresionas a nadie.

jueves, 8 de julio de 2010

Incendios

Ya ves soy una loca y son más de las tres.

Y recordad: ñeñeñeñeñeñeñeñeñeñeñeeeeeeeeeeeeeeeeeee

martes, 6 de julio de 2010

Lo más bonito que hicieron nunca por mí

Imprimirme.

Y recordad: Hostia lleva hache. Aunque sea una expresión brusca y macarra. Aunque a veces no lo pongas por no parecer pedante, o porque suene menos amenazante. Pero la lleva. A no ser que te refieras a un tipo de animal, una especie de molusco, en cuyo caso es 'ostia'. Pero no nos engañemos, nadie nunca se refiere a eso.

lunes, 5 de julio de 2010

Enamorada

No puedo dejar de escucharla, ni puedo evitar sentir esa sensación extraña por dentro cada vez que pienso en ella y sus movimientos. Esa sensación que te aleja de todo lo que no seas tú y tus pensamientos, y que a la vez, te acerca a los suyos. La sensación a que no haya nada más.

Esa necesidad de querer a cada momento más y más, de no cansarte a recibir una y otra vez lo mismo. Esa habilidad para hacerte creer que nada de lo que has vivido nunca antes era comparable a lo descubierto recientemente.

Lo reconozco: me he enamorado. De una guitarra acústica. Y no sé cómo hacerlo para estar con ella o exprimirle todo su jugo. Aparte de pulsar infinitas veces el play para que una y otra vez me vuelva a conmover.

Y recordad: Aparte se escribe junto. A no ser que te refieras a la preposición 'a' + el sustantivo 'parte'. Pero casi es innecesario dudar en esos casos. Quédate con que se escribe junto, y si te la tienes que jugar, al menos tendrás un 95% de posibilidades de acertar (si es que te da pereza pensar usando la lógica gramatical).

domingo, 4 de julio de 2010

Lo que se siente al tener un ovario inflamado

Hola a todos, bástagos de La Roja.

Hace mucho tiempo que no cuento nada de mi vida. Lo sé, la incertidumbre os invade y os corroe la desesperación, pero calma, por y para algo existe este blog. Aunque a decir verdad todos los que me conocéis sabéis que no soy ese tipo de personas que cuenta cosas. Soy un ente que habla de cosas banales, y sólo muy de vez en cuando, demuestra que tiene vida más allá de su mundo absurdo y sus teorías sin sentido.

De hecho, tengo amigos porque me sirven para que muchas veces cuenten las cosas por mí. Cuando quedas con gente que hace tiempo que no ves, siempre procuro llevarme a alguien cercano para que cuente él/ella las anécdotas. Me da un pereza terrible explicar absolutamente nada. Me parece una pérdida de tiempo porque esas historias yo ya las sé, y el resto de la gente, pues... haber estado allí, ¿no? La verdad es que no, no tiene sentido lo que digo. Pero vamos, como casi nada que sale de mi boca. ¿Acaso alguien dudaba de que normalmente hablo por hablar?

En fin, es igual, yo quería hablar de otras cosas mucho más interesantes. Actualmente carezco de responsabilidades y obligaciones. Estoy en el que prometo "último verano de mi vida" (que ya toca). Me paso los días reencontrándome y perdonándome por haberme odiado muchas veces. Bueno, no quiero ser exagerada. Igual tampoco me he odiado tanto. Dejémoslo en que quizás no me valoraba lo suficiente.

Tengo dos de mis tres espinas clavadas en el raquis raspándome ahora mismo. Una de ellas la de siempre: la vida, el mundo, las cosas, lo que se te viene encima y lo que tienes que afrontar. Pero esa siempre va a estar ahí pinchando, es lo que nos mantiene con vida. El día que deje de molestar será cuando nada tenga la suficiente importancia como para producirte temor. Al fin y al cabo quién no se ha preguntado alguna vez, o quién no lo hace cada mañana: "¿Seré capaz de hacerlo bien? ¿Yo?". Pues eso.

Esta mañana lo he vuelto a hacer. Me he metido en una calle en dirección contraria con el coche Voy a empezar a buscarle un siginificado espirítual como de esos que hago con los sueños. Aunque no ha sido tan grave como la última vez (aquél fue en mi barrio y con Esco delante, un desastre). Hoy era una calle muy ancha, vacía, y de doble sentido. Ha sido divertido ver la cara de pavor del conductor que venía en dirección contraria por su/micarrilinvadido al pensar que era una kamikaze dispuesta a atentar contra la paz de los Domingos por la mañana, y contra su vida. Cualquier otro me hubiese pitado o me hubiese dedicado todo tipo de insultos por la ventanilla cuando ya por fin he rectificado y me he colocado a la derecha. Pero ese hombre sólo ha mirado al cielo y ha dado gracias por la nueva oportunidad en la vida. Fijo que al llegar a casa ha mirado a sus hijos y ha besado a su mujer con el sentimiento que hacía años no usaba.

Bueno, que me desvío. La segunda espina tiene que ver con mi incapacidad para ser capaz de hacer lo que siempre he hecho y me ha venido tan bien: escribir. Estoy bloqueada, paralizada, igual hasta exhausta. Ha llegado ese momento en mi vida que tanto he temido durante mucho tiempo: mi cerebro se ha congelado. Soy como un calamar o un atún. Empiezo a ser previsible y poco aportadora en diferentes conversaciones. Pierdo hasta vocabulario y a veces recurro a esos momentos tan comunes que usan los simples humanos cuando quieren decir algo pero no saben como hacerlo: "fui allí y... mmm... como se dice, me quedé como... petriplégica... bueno, ¿sabes no? Un, dos, tres, fiuuu."

Pues eso, que la mente es como un músculo y si no lo ejercitas se atrofia. Y lo digo yo que sé de esas cosas, que soy un 98% diplomada en fisioterapia, y para algo tengo que usarlo. Así que voy a imponerme un plan rehabilitador. Os animo a todos que también lo hagáis, si no ahora, al menos de vez en cuando. Cuanto más lo dejes es peor. Así que a falta de 'Brain Trainners' que me enseñen a dar el cambio (cosa que nunca he sabido) o a diferenciar las horas (sabéis que siempre he sido lenta para responder a lo de: - "¿Qué hora es?" - "Mmmmm... eh... las tres y cuarto. Ahora y veinte"). Pues eso, a falta de máquinas más inteligentes que yo, voy a intentar hacer algo intelectualmente de provecho. Como por ejemplo, un crucigrama.

Podría haber dicho leer un libro, pero tampoco quería mentiros (ni mentirme a mí misma). Lo dicho, nos vemos en los museos.

Uy, acabo de darme cuenta que quería hablar en este post sobre lo que se siente al tener un ovario inflamado. Como digo, la atrofia mental me invade. Da igual, sólo me pregunto: ¿Qué sentirán los hombres que pueda ser equiparable? Me parece muy triste que nunca lo puedan experimentar. La vida son experiencias, y no sé, pero no creo que esté la cosa como para irse perdiendo ninguna de ellas. Una lástima sin duda.

Y recordad: los imperativos acaban con d.

viernes, 2 de julio de 2010

No odiaré más lo que me resulta indiferente

Quiero hacer de todo menos pensar.

El mundo puede ser un lugar tan entretenido que a veces aburre.

Debería intentar esforzarme en hacer de ésto un lugar más entretenido y por tanto, de mi vida, algo más interesante.

Aunque por deber, también debería fregar y planchar y tampoco lo hago.

¿Conclusión? Debería dejar de cuestionarme la vida de los demás y centrarme en la mía.

Saludos desde el principio del fin.