Mala. Eres mala. De las peores. Casi la peor.
Pero no mala en el sentido de maldad. No mala de ir robando bolsos o de ir pegando patadas a los bastones de los ancianos para que se caigan. No mala de vándala o delincuente.
Pero eres mala. Torpe, lenta y mala. Un estorbo.
Y no en el sentido de mala persona. No mala por ir engañando a la gente o ir traicionando las confianzas. No mala de cruel o manipuladora.
Simplemente mala. Con todas sus letras y en cualquier idioma. Dolenta, bad, méchant, mau, schlecht, cattiva. Y más cuyas grafías no existen en mi teclado.
Aun así sigues siendo mala. Mala, cobarde y rozando la inutilidad. Llegando a parecer estúpida.
Mala. Aunque no dañina como un yogur en mal estado o el agua que se ha calentado al Sol dentro de la botella. No como una pandemia infecciosa o un vius letal. No como la lepra.
Mala. Eso soy. Y eso seré.
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