sábado, 9 de enero de 2010

Síntesis del 2010

Hubo un tiempo en el que yo me curraba las cosas. Era una tía guay. Me gané la eternidad.

Ese momento comenzó la semana pasada.

De ahí en adelante todo fue de mal en peor. Me centré en lo que me tocaba hacer, progresé en varios aspectos de mi vida... cualquier cosa que sólo alguien motivado y con las ideas claras podría hacer. Tonterías.

Pasado un tiempo conseguí la estabilidad, fui valorada y respetada. Incluso por primera vez escuchada, aunque en el blog nadie seguía haciéndome ni caso. Yo insisto, escribo sólo para ligar, que creo que la gente no se da cuenta. Aquí pasan más años y nada, a comer mocos. Estoy empachada ya.
Y yo que ya no impresiono a nadie.

Al final, perdí la eternidad porque en un descuido y una distracción me volví banal y cedí a los impuslsos primitivos de los humanos: me enamoré.

Me enamoré un viernes de Abril en el que llovía a cantaros y el único refugio que quedaba libre era bajo una manta agujereada en una casa con goteras. No era ni seguro ni reconfortante, y tampoco me ofrecieron un caldo calentito o un café para abrir mis ojos.

Me hablaron de cosas estúpidas mientras yo miraba por la ventana sin prestar demasiada atención a la conversación, contando una a una las miles de gotas que resbalaban por el cristal y dibujaban letras a su paso. Letras que si me hubiese fijado hubiese visto que escribían un nombre, uno impronunciable para aquellos que no han dormido suficientes noches bajo el cielo de la espada y el capote. Su nombre.

Negocié tragos de vino a cambio de cigarros medio mojados, e ignoré todos los consejos que quien todavía no era nadie pudo darme. Vacilé entre el sueño y la sonrisa a cambio de algo de calor humano, siempre que no fuera acompañado de cariño. Me pidió poco espacio y me siguió dando consejos de esos que suenan bien cuando los cuentas pero que resultan bastante inútiles a la práctica.

Hasta que se cansó y me desaconsejó. Me miró a los ojos y en un tono desacompasado aunque seguro me dijo: -Mójate. Sal fuera y mójate. Sólo cuando no haya ninguna parte de tu cuerpo que se proteja de la lluvia serás capaz de entender porque lloramos las personas, y porque de vez en cuando llora el cielo.

Cuando quise darme cuenta había pasado la lluvia y con ella se había llevado algunos meses. Me encontró Noviembre tirada en una cuneta, con menos recursos que nunca, implorando al cielo unas gotas para sentirme viva. Lástima del frío y de la niebla que son capaces de helar hasta la llama más intensa.

Siempre te quedará el recuerdo de un año que todavía no ha pasado. Siempre podrás cambiar tus planes y volver a escribir cómo será el siguiente. Siempre puedes intentar ésto, escribir tu historia antes de que ocurra, y en la soledad de tus pisadas, lamentarte porque la realidad aunque diferente, fue mucho mejor.

2 comentarios:

Xupi dijo...

Es una buena síntesis de este año! Siempre he pensado que tu blog es una de las tantas cosas que hace aumentar mi admiración. Confío en que puedas leer el nombre de la ventana a tiempo. Al año que viene no olvides contarme cómo te fue.

Jade dijo...

admiración por el blog??

yujuuuu, mi primera fan!!

Me siento como John Boy :)